Tony Lamiche

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Tony Lamiche, profesión: electrón libre

Allí, en Chamonix, todo el mundo conoce a Tony Lamiche, uno de los mejores escaladores del mundo, esquiador de pendientes vertiginosas, aventurero en zonas hostiles y guía de alta montaña. Allí también está Argentière-La Bessée, la puerta de entrada al Parque Nacional de los Écrins, donde nos gusta decir que nació la cultura de la escalada. Y donde, para Tony, empezó todo. "Al principio, jugaba al fútbol, pero no iba conmigo, quería estar en la naturaleza. Escalé todo lo que pude”.

Como miembro de uno de los primeros clubes de escalada de los Altos Alpes, Tony empezó a competir en escalada en bloque. La selección francesa, la Copa del Mundo: puede que haya jugado a fondo la carta de la competición y haya recorrido el mundo durante 10 años, pero ir más rápido que su compañero no era lo suyo. Luego se convirtió en guía de alta montaña, obtuvo el diploma de monitor de esquí y pasó a competir en competiciones de escalada en hielo, destacando especialmente en la Ice Climbing, el evento de referencia que se organiza cada año en su pueblo. "Aunque al principio no entendiera lo que estaba haciendo, lo hice de todos modos. Pero lo que me hacía soñar eran las pendientes pronunciadas, el esquí de montaña". A los 30 años, Tony está haciendo realidad su sueño de la infancia: esquiar en los lugares que puede escalar. La transición de escalador a esquiador se produjo de forma natural, con la determinación de un chaval que entonces no tenía medios para ir a una estación de esquí, gracias al apoyo de unos patrocinadores con quien desarrolló los primeros piolets técnicos para escalada en pendiente. "Siempre me ha apasionado el bricolaje y el desarrollo de equipos. Los piolets no existían en absoluto. Los textiles igual, no había nada adecuado. Ni botas de esquí ni fijaciones. En 15 años, he dado la vuelta al problema”.

"Soy un escalador y seguiré siéndolo el resto de mi vida, pero para mí el esquí es un viaje infinito".

Hoy en día, Tony se centra en el esquí, pero lo dice alto y claro como un eslogan coreado con eco a 1.000 m de altitud: "Soy un escalador y seguiré siéndolo toda mi vida. La escalada me ha enseñado a vivir el momento, pero para mí el esquí es un viaje infinito. Siempre habrá nueva nieve, nuevas condiciones, nueva gente. Puedo esquiar en el mismo lugar todos los días sin aburrirme”.

De noviembre a abril, y a veces hasta junio, las estaciones son largas en la alta montaña, tiempo suficiente para hacer muchas cosas y probar de todo. "Me defino más como un electrón libre. La mayor parte de mi tiempo lo dedico a intentar esquiar y, aparte de eso, enseño lo que he aprendido en 25 años. Con una gran experiencia y pericia, Tony ha optado por compartir sus conocimientos impartiendo clases en el instituto donde estudió. Al mismo tiempo, a través de su "Guía Michela", una peculiar web serie interactiva presentada por un avatar con boina, Tony comparte buenas prácticas y consejos de seguridad con la esperanza de convertir a los montañeros en actores conscientes. "Practicamos un deporte que tiene graves consecuencias, es importante inculcar la humildad ante la naturaleza y saber qué comportamiento adoptar para evitar problemas”.

El aspecto educativo es más que nunca central en su enfoque. Tony debe esta nueva ambición al hecho de haberse convertido en padre. "Hasta los 40 años no me preguntaba nada, pero fue tener hijos lo que me cambió. Son seres nuevos, sin conocimientos, sin educación, sin creencias. Lo único que les formará es lo que les ofrezcas como padres. Como testigo privilegiado de su entorno, Tony Lamiche afirma que no tiene más objetivo que hacer las cosas por diversión, con el menor impacto posible. Y para compartir, siempre, como estas sesiones pasadas con la leyenda Patrick Edlinger. "Porque al final, lo que queda son los encuentros”.

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