Miguel Blanco

«Creo que tenemos olas tan buenas en Europa que nos estamos convirtiendo en una parte integral de la escena de surf internacional. Como europeo, encuentras mucho menos apoyo. Te adentras en lo desconocido, especialmente comparado con California y Australia, donde muchos de los profesionales son surfistas de tercera o cuarta generación. Mis padres no surfean, y mi familia no tiene nada que ver con el surf".
Así se expresaba el freesurfer Miguel Blanco en una entrevista concedida a STAB. Sus palabras resumen el deseo del surfista portugués de representar al Viejo Continente en la escena mundial... ¡y de hacerlo libremente, abriendo su propio camino!
Originario de Cascais, cerca de Lisboa, Miguel ha posado sus fundas de tabla en Ericeira, donde reside entre sus viajes. Además de "ver las olas desde la ventana de mi piso", le encanta la cultura del surf relativamente joven de la ciudad, y se implica personalmente en la comunidad local. Se unió a Save the Waves y, con la ayuda de la asociación, consiguió que la zona marina de Ericeira fuera incluida en la lista de Reservas Mundiales de Surf. Su amor por la naturaleza procede sin duda de su infancia y de su carrera como surfista.
Miguel creció en la playa de Sao Pedro Do Estoril y fue gracias a su madre que descubrió el surf a los 7 años. "A mi madre siempre le ha encantado el aire libre, una buena esquiadora a la que le encantaba la playa. Probablemente yo le daba demasiados problemas, así que me apuntó a la escuela de surf local para ver si me tranquilizaba". Su primer patrocinador fue Lightning Bolt, que a los 11 años le regaló una 5'11 demasiado grande para él. Pero eso no importaba, el rayo al estilo Gerry López era icónico. Decidió dedicar su vida al surf.
Miguel siguió participando en pruebas de la QS y otras competiciones. Cuando se le pregunta por sus mejores resultados, queda claro de inmediato que eso tiene muy poca importancia para él. "Tal vez algunas finales en competiciones europeas, tal vez algunas eliminatorias en el CT de Peniche, un par de finales en pruebas de olas grandes. De hecho, gané los nacionales portugueses un par de veces. Para ser sincero, no estoy seguro de cuál es mi mejor resultado". La llegada del Covid 19 en 2020 impulsa un replanteamiento para el surfista, quien ha decidido dedicar su vida a dos cosas: el freesurf y la protección del medio ambiente.
Hoy en día, Miguel se describe a sí mismo como un activista medioambiental. Sufre el dilema al que se enfrenta todo surfista cuando tiene que coger un avión para surfear las olas más bellas del planeta, como Pipe, Jaws, Cloudbreak, G-Land o Shipstern Bluff. Pero cada viaje es compensado por la asociación Sea Trees, con la cual Miguel participa en la replantación local de corales y manglares. La compensación no es la única solución. Además de numerosas iniciativas como limpiezas de playas en Ericeira y otros lugares, se ha unido a su colega y mentor Joao de Macedo en la Fundación Hope Zones. Su objetivo es acelerar la transformación para proteger legalmente el 30% de los océanos y la tierra del mundo de aquí a 2030, en línea con el programa de las Naciones Unidas. Proteger la biodiversidad, reducir la extinción de especies y mantener la capacidad del planeta para almacenar CO2 son los retos de la asociación. El surfista documenta estas batallas en su serie de YouTube IMPACT.
